Comentario domingo 5 de abril fuente www.diarioeldia.cl
Somos un pueblo mayoritariamente mestizo a todo dar. De partida, los españoles venían del Viejo Mundo representando una población heterogénea. En el actual territorio chileno vivía una multiplicidad de etnias que, para los conquistadores, fueron en principio sólo mano de obra.
El concepto de "etnicidad" es de novedosa data. Tanto así, que recién algunos antropólogos lo consideran en sus investigaciones. Más aún, los principales manuales de esta disciplina, en uso en las universidades, no lo consignan.
Por lo común, es utilizado para designar a una población o, más bien a un grupo de personas, grande o pequeño que, formando parte integral de una sociedad mayor, (nación o país), buscan, se identifican y se aferran a sus raíces étnicas o a las que consideran serla. Esta situación no se ha dado aún en la vieja Europa, tal vez por la complejidad de una larga historia escrita, proclive más bien a sentimientos nacionalistas; en el Oriente cercano y en continente africano, las facciones que representan a pueblos o naciones que ocupan territorios de ancestrales disputas, exigen se les reconozca y se les respete.
La acelerada pérdida de estas raíces en América, tras la conquista hispánica, provocó en muchos países, particularmente en Chile, la insistencia de poner en el tapete de revisión, aquello que ha venido a ser calificada como una "historia oficial". Salvo el pueblo mapuche, los rapa-nui y -a regañadientes- las poblaciones altiplánicas de los aimaras y de atacameños en la cuenca del Loa y oasis de la puna, el resto éramos (¿o debíamos ser?) de sangre "criolla" o simplemente de mestizos blancos. Muchos aún aseveran que somos los ingleses de América, tal vez por esa costumbre de tomar té, tan extraña para quienes nos visitan. Pablo Neruda, en su calidad de cónsul en Rangún del lejano Mynamar, respondió escuetamente cuando le preguntaron ¿Qué hacen en su país con todo el té que importan?: "Pues, lo tomamos".
Lo cierto es, que afirmar en algunos círculos lo que es una verdad innegable, es complicado. Somos un pueblo mayoritariamente mestizo a todo dar. De partida, los españoles venían del Viejo Mundo representando una población heterogénea. En el actual territorio chileno vivía una multiplicidad de etnias que, para los conquistadores, fueron en principio sólo mano de obra, destinada a ser sojuzgada, explotada y "civilizada" por la Cruz y la Espada. Menor suerte tuvieron los africanos que vinieron como esclavos de aquellos. El proceso de conquista fue brutal y de alto impacto para las poblaciones autóctonas, en medio de la sangrienta gesta de estos orgullosos europeos. Pero a fines del siglo XVI, la población mestiza del territorio sojuzgado, sobrepasaba por varios dígitos a estos españoles, llegados desde lejanos territorios de ultramar. Nunca las fuertes raíces de etnicidad o la indispensable identidad que nos unen con nuestros ancestros pudieron ser borradas.
Hace ya más de tres años, un corto grupo de investigadores soñó con realizar un alto en el camino de nuestras personales inquietudes científicas, para abocarnos particularmente a esta temática, tan poco conocida y menos analizada o internalizada por el común de nuestros conciudadanos y poco tratada o discutida con altura de miras en el aula, en los hogares o en los medios de difusión.
Así llegamos al día de la inauguración del Congreso Binacional en la Sala "Juan Godoy" que, con orgullo y sentimientos encontrados luce la municipalidad de La Serena. Creo que para muchos de la numerosa concurrencia, el impresionante mural que preside el hall de la antigua estación, producto del artista nacional Gregorio de La Fuente, les pareció una dinámica ventana que mira hacia el pasado. Allí se encuentra, a no dudarlo, la sumatoria de un pasado reciente, y que deja latente la pregunta: ¿Acaso todo se resuelve desde la perspectiva del conquistador?
Tras los debidos discursos y parabienes que se estilan en este tipo de ceremonias, bajo la atenta dirección del periodista Luis Rojas, encomendado por la municipalidad de Coquimbo a formar parte de la organización del encuentro, el doctor Jorge Pinto R., de la Universidad de Temuco, en una clase magistral planteó que la cordillera de los Andes antes que dividir como granítica pared, une a los pueblos de ambas vertientes. ¿Y qué duda cabe? Seguiremos con este análisis.
Gonzalo Ampuero